Castilla y León 02/02/2019
Palencia pierde en diez años la mitad de sus licencias de caza
La temporada de caza menor echa este domingo, dÃa 27, el cierre y las cifras dejan un panorama poco esperanzador para los amantes de la actividad cinegética.
Y es que, el número de licencias expedidas en la provincia se ha reducido a la mitad en un plazo de tan solo diez años, unos datos que tienen infinidad de lecturas y para los que el delegado provincial de la Federación de Caza de Castilla y León, José de Luis Cantero, tiene dos explicaciones. «La primera de ellas es la falta de piezas y la segunda, la despoblación en los pueblos», afirma De Luis Cantero poco antes de realizar un análisis más pormenorizado.
La caza ha sido desde tiempos inmemoriales un divertimento para los hombres del medio rural. Salir al campo en busca de piezas que abatir para poderlas degustar posteriormente en los merenderos y bodegas de la provincia es una tradición que se remonta muy atrás en el tiempo. No obstante, esta práctica no está tan extendida en las núcleos de población más grandes, en los que existen otras fórmulas de ocio que han convertido la caza en una actividad muy poco practicada para los que viven más cerca del asfalto que de la tierra. La despoblación está desangrando los pueblos palentinos, cada vez vive menos gente en los pequeños municipios y esta tendencia está contribuyendo a que la caza pierda seguidores con el paso de los años. «Cada año hay menos gente en los pueblos, y en la ciudad siempre ha habido menos cazadores», asegura el delegado provincial de la Federación poco antes de añadir que esta merma de aficionados no se puede explicar solo fijándose en un indicador.
La segunda explicación para esta notable rebaja del número de cazadores tiene que ver con la falta de piezas, tal y como afirma el secretario del Club Copa Palencia de Galgos, Salva Hoyos, que asegura que la temporada ha sido desastrosa para los cazadores en general y para los galgueros, en particular. «En toda la zona de Campos, en la que tradicionalmente siempre ha habido mucha liebre, no se ha visto casi ninguna. Por ejemplo, en BaquerÃn de Campos, que era un coto buenÃsimo, este año no se ha cazado ninguna y esto desanima a la gente», apunta Hoyos, que hace autocrÃtica y asegura que muchos cazadores deben replantearse las razones por las que se calzan las botas. «Hay mucho carnicero y poco cazador. Algunos solo salen si matan ocho perdices, pero si se pasan toda la mañana andando y no matan ninguna perdiz, no vuelven», incide el secretario del club galguero, que, pese a ese cambio de mentalidad que exige, reconoce que la única manera de mantener la tradición es mostrando a las futuras generaciones que el esfuerzo tiene recompensa. «Yo llevo a mi sobrino a cazar y si le tengo todo el dÃa andando por barbechos y no vemos nada, tal vez no se desanime y vuelva un segundo dÃa, pero si al tercero pasa lo mismo, se le quita 'el gusanillo'», explica.
La falta de liebres y la bajada del número de licencias son malas noticias para los amantes de la caza, pero no todo lo reseñable durante esta temporada es negativo. Y es que, las abundantes lluvias primaverales del pasado año permitieron que el número de perdices creciera para permitir que este año se pudieran vivir unos preciosos lances en los cotos de la provincia, en los que ha sido más sencillo que años atrás ver a las esquivas patirrojas. «La perdiz se ha criado muy bien este año en todo el Cerrato y en la zona norte se han empezado a ver muchos ejemplares cuando la veda estaba ya bien entrada, ya que en esa zona la crÃa se ha dado más tarde», aseguran desde la Federación de Caza de Castilla y León.
En el caso del conejo, también ha sido un gran año para los cazadores y, por ende, malo para los agricultores, ya que estos animales causan estragos en los cultivos. «Ha habido zonas en las que se ha tenido hasta que descastar», apunta José de Luis de Cantero, que apunta que la media veda arrancó en verano con buen número de codornices en localidades como Monzón, Amusco, Ribas, San Cebrián de Campos, Villoldo o Paredes.
La temporada toca a su fin y desde hoy mismo comienza un momento en el que la liebre podrá vivir sin la amenaza del cazador, aunque el gran enemigo de estos lepóridos no porta cartuchos ni escopeta, tal y como se ha podido comprobar este año, en el que la plaga de mixomatosis, que se registró oficialmente el pasado 20 de julio en AndalucÃa, se ha extendido ya por 24 provincias españolas de nueve comunidades autónomas distintas.
Las amenazas que se planean sobre la caza son varias y diversas, pero son muchos los cazadores que no están dispuestos a entregar las armas pese a las adversidades porque para ellos, esta práctica tiene un gran componente emocional. «Yo sueño con la caza», incide Hoyos, que solo espera que la enfermedad no se adentre en la provincia para seguir soñando con su pasión. «Si este año entra la mixomatosis, serÃa la puntilla», asegura este enamorado de la vida en el campo.