Opinión 22/11/2018

Caza y buenismo animalista
Irrumpen cada cierto tiempo, como las ciclogénesis explosivas, y llegan en un periquete: violentos, descabezados, sin control.
Me refiero a los episodios anti caza que airean los medios de comunicación, principalmente nacionales, los más desinformados en cuestiones cinegéticas y los más interesados en extender la filosofía falsamente proteccionista, ese buenismo animalista que inoculó en los entonces jóvenes la muerte de la mamá de Bambi y que no deja de crecer, criminalizando por extensión a todo lo que huela a ámbito rural. Los de pueblo de antes, los de la boina, son ahora los que matan bichos inocentes, trogloditas de mala entraña, incultos y primarios. Los de pueblo y algunos, pocos, de ciudad, esos, esos, del abrigo verde.

Pone los pelos de punta el contenido de las imágenes que han aparecido en los telediarios y en redes sociales en los últimos días: más de una docena de perros y un ciervo despeñándose por un terraplén en una jornada de caza, un lance infausto, sin duda. Pero es obsceno utilizar esa escena como vademécum de la práctica cinegética. La caza es una actividad natural, imprescindible para regular poblaciones de animales que están creciendo desordenadamente y causan importantes daños en las explotaciones agropecuarias y en las carreteras. Solo un dato: Zamora registra más de tres accidentes diarios provocados por fauna salvaje.

Otro ejemplo: el año pasado se abatieron más de 7.000 jabalíes en Zamora, 40.000 en Castilla y León. El dato visibiliza la importancia del censo de saínos, un animal, por cierto, en el centro de la profesión veterinaria y ganadera en la actualidad porque ha transmitido en los últimos meses la peste porcina africana en varios países europeos. Si esta enfermedad llega a España, que al parecer es cuestión de meses, estaríamos hablando de palabras mayores.

Volviendo al principio y al buenismo animalista cada vez más de moda que, yo no tengo duda, acabará impregnando todas las leyes que en el mundo sean. Un amigo, en su afán de desmontar esa equiparación que cada vez hace más gente, de humanos y animales, asegura que no se imagina a un león debajo de un baobab discutiendo con Sartre sobre el ser y la nada. ¿O sí?

Celedonio Pérez