Madrid 06/11/2018
Medio centenar de veterinarios controlan la calidad sanitaria de la carne de caza
La temporada de caza se ha iniciado, y con ella los controles que establece la ConsejerÃa de Sanidad para vigilar que la carne de los animales abatidos está en perfecto estado para su consumo. Una labor fundamental: se revisan corzos, perdices -entre otras especies- y también jabalÃes, que pueden dar lugar a episodios como la triquinosis.
Sólo una pequeña parte de los animales que se abaten se destinan al autoconsumo por parte de los cazadores; el grueso va a la comercialización.
Medio centenar de veterinarios tienen como objetivo el control sanitario de estos animales abatidos en cacerÃas en la región. Son nombrados por la consejerÃa de Sanidad como veterinarios colaboradores, se les prepara sobre la tarea y se les autoriza a actuar entre octubre y marzo, mientras dura la temporada de caza. «Van a las monterÃas los sábados y domingos y controlan a los animales abatidos», explica Emma Sánchez Pérez, subdirectora general de Higiene y Seguridad Alimentaria.
Desempeñan su labor en el lugar donde se realiza la caza e inmediatamente después de terminar ésta, siempre que los animales se destinen al autoconsumo, tal y como determina la normativa actual. Estos veterinarios colaboradores cobran de los propios organizadores de las monterÃas.
Pero si las piezas abatidas van a ser comercializadas, entonces deben ir a un establecimiento autorizado para la manipulación de este tipo de productos, donde el control lo realizan ya los inspectores oficiales de Sanidad.
Dos puntos autorizados
Hasta ahora, sólo habÃa una de estas salas o industrias autorizadas para la manipulación de animales procedentes de la caza en la región. Pero este año ya hay dos, informa Sánchez Pérez. Eso sÃ, nada obliga a llevar los animales cazados en Madrid a uno de estos establecimientos: de hecho, explican los técnicos de Sanidad, hay muchas piezas abatidas aquà que van a salas de Castilla-La Mancha o de Extremadura. Es el caso, por ejemplo, de las perdices, que en muchas ocasiones terminan en las salas de otras comunidades autónomas porque están especializadas en este tipo de productos. También se da el caso contrario.
El control sanitario se realiza sobre las reses muertas y abiertas ya en canal, y también sobre sus vÃsceras. Además, se vigila especialmente que no haya presencia de larvas de triquinas en los jabalÃes. Este animal es muy proclive a tener este parásito. En caso de que una persona consuma carne de jabalà con triquina, el parásito se traslada a intestinos y músculos del humano, lo que puede dar lugar a una enfermedad: la triquinosis o triquinelosis. Esta dolencia tiene como sÃntomas la gastroenteritis, dolor abdominal, náuseas, vómitos y diarreas, junto a dolores musculares, fiebre y edema de párpados. En algunos casos puede desencadenar incluso la muerte.
La última campaña completa llevada a cabo tuvo lugar en la temporada de caza 2017-18. En ella, los veterinarios colaboradores llevaron a cabo inspecciones de 54.214 animales abatidos, de los que 838 estaban destinados al autoconsumo de los propios cazadores; y el resto, 53.376, fueron a establecimientos de manipulación porque iban a ser comercializados. A todos los jabalÃes de autoconsumo, 643, se les realizaron pruebas para detectar larvas de triquina, detectada en uno de ellos.
En total, se declararon no aptos para la ingesta humana 43 jabalÃes, 17 ciervos y 3 muflones, por presentar lesiones compatibles con tubercolosis, mordeduras de perro o por estar excesivamente delgados. De las destinadas a autoconsumo, además de jabalÃes, habÃa 140 perdices, 26 ciervos, 23 gamos, 4 muflones y 2 corzos. En cuanto a las dedicadas a la comercialización, la mayorÃa eran perdices: 47.924.
En la única sala de manipulación autorizada en la región la pasada temporada, se controlaron 3.245 jabalÃes, 510 ciervos, 35 muflones y 7 gamos. Tras su inspección y análisis, los veterinarios oficiales decidieron decomisar 3.500 kilos de carne por no ser apta para el consumo humano. En 21 de los jabalÃes se detectó la presencia de triquina.
Desde la consejerÃa de Sanidad insisten en recordar que la normativa prohibe comercializar piezas de carne fresca y productos cárnicos procedentes de la caza silvestre, excepto las que son procesadas en un establecimiento de manipulación de caza autorizado para ello.