Volver

07/11/2003
El cañaveral dificulta la biodiversidad de flora y fauna en nuestro territorio

Una de las plantas hoy en día más abundantes de nuestros ríos y sus afluentes, barrancos, y ramblas en la Comunidad Valenciana es el cañaveral (sitio poblado de cañas o cañaveras). La caña (Del lat. canna), planta gramínea, indígena de Europa meridional, con tallo leñoso, hueco, flexible y de tres a cuatro metros de altura, hojas anchas, un tanto ásperas, y flores en panojas muy ramosas, que se cría en parajes húmedos, es uno de los vegetales que en pocos años ha poblado literalmente el lecho natural de las aguas pluviales. Sus raíces de expanden por el suelo de una forma extraordinaria, y una vez en él son difíciles de eliminar, desplazando a otras raíces que allí han estado durante siglos.

Antiguamente la caña era muy demandada y buscada, ya que se empleaba en los tejados, mangos para las escobas, cañizos para camas en la cría de gusanos de seda y en el secado de uvas, armazón en los toldos de los carros, sostén del yeso en los cielos rasos, etc., lo que llevó a finales del siglo pasado a su reglamentación para poder ser cortada y aprovechada, con el fin de protegerla y conservarla. Las trabas impuestas y la laboriosidad en su recolección, junto con los nuevos materiales, han hecho que la caña no tenga el valor ni la utilidad que poseía, ello ha provocado que su proliferación sea preocupante al ser una planta muy resistente y colonizadora, en detrimento de otras especies vegetales que siempre han abundado en las mismas zonas, como el junco o el anea que aparecen en parajes húmedos como ríos, barrancos y zonas pantanosas. En los últimos años, su excesiva proliferación en barrancos de régimen no permanente ha provocado casos de taponamiento del lecho fluvial por el arrastre de materia vegetal.

Dichos cañaverales ocupan en algunos lugares grandes extensiones de terreno. Una vez se establecen ni el fuego ni la poda acaba con ellos, ya que al poco tiempo vuelven a regenerarse gracias a su rizoma que se mantiene inalterado, provocando su inmediato rebrote. Cierto es que dichas cañas proporcionan cobijo y refugio a infinidad de especies animales, destacando a las pequeñas aves insectívoras, pero a su vez, desplazan a otras muchas especies tanto vegetales como animales.

Por otro lado, este es el hábitat perfecto para el refugio y proliferación de dos especies oportunistas y en clara expansión en nuestro territorio. Estamos hablando, por supuesto, del zorro (Vulpes vulpes) y el jabalí (Sus scrofa). Especies que desplazan a otras más vulnerables como el gato montés o el tejón, por no hablar de los daños producidos sobre nidos y crías de múltiples especies.

Año tras año se escribe un nuevo capítulo de la pérdida de biodiversidad de nuestro entorno natural, con un paisaje cada día más uniforme donde la especie reina será el cañaveral, a veces, acompañado de zarzal, completando la peor y más impenetrable maraña vegetal, solo accesible a contadas especies.

REDACTADO POR VRMM Y DBO