Juan Miguel Sánchez Roig
Coordinador de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC)
Presidente de la Asociación Canaria de Entidades de Caza (ACEC)
Vocal de la Asociación para el Fomento y Gestión de la Caza (AFECAM)
Es una pena, que en estos tiempos que corren de escasez, podamos constatar con nuestros propios ojos la falta de respeto por la orden general de vedas y las limitaciones que da la Ley de Caza para el ejercicio de la actividad. No respetar vedados que salvaguardan las especies para repoblar otras zonas aledañas dice poco. Actos como acechar comederos y bebederos, llevar más perros de los autorizados, utilizar artes prohibidas, cazar en zonas de seguridad, ensayar en época de veda, etc.; van en contra de nuestra propia imagen y en contra del colectivo de cazadores. Hay quién piensa: “En esto de la caza somos muchos, y si no la cazo yo, la cazará el que venga”, cuando la caza, es mucho más que un provecho o el simple hecho de matar por matar.
Los cupos de capturas, por ejemplo, que hay que respetarlos para que todos los días, que se puede cazar, cuando salgamos a disfrutar del campo con los amigos y con el trabajo de nuestros perros, hagamos de la nobleza del lance una satisfacción personal y colectiva al respetar y no actuar con ventaja ante la pieza salvaje, dejando madre en el campo para la siguiente temporada. “No hay mejor repoblación que lo que queda en el campo”. Si no respetamos los cupos de capturas, ni las mínimas normas de comportamiento, representa una falta de respeto y una alevosía hacia los demás cazadores y hacia la nobleza y bravura de las piezas de caza. Si los cupos se instauran como limitación para que una especie cinegética no merme, no respetándolos, nos convertimos en carniceros-escopeteros, más allá de lo que un cazador caballero es, en una palabra, “un amante de la naturaleza”. Tanto por legislación, como por ética, estas infracciones son hechos reprochables y sancionables que alguien debe poner orden para velar por el bien común legislado. La parte ética queda para el Caballero cazador, que partiendo del respeto a la dignidad por los animales, es solidario a los fundamentos legales que aseguran la sostenibilidad de la caza y cumple dignamente con ellos.
El Orden, en todas estas reprochables y poco deseables actuaciones de los cazadores, lo ponen las Autoridades: Policías, Guardas de Caza, Agentes Medio Ambientales y Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA), que en el ejercicio de sus funciones y competencias – ”proteger la Naturaleza” – se ven obligados a realizar algo que no debe de ser gusto para nadie: “hacer cumplir la Ley a los demás”. Un trabajo no siempre valorado, ni apreciado, sobre todo por el infractor, pero que es digno de elogio y felicitación, ya que aquellos Caballeros Cazadores de comportamientos éticos, morales y legales se verán respaldados por estos Agentes de la Autoridad, aunque a alguno le duela durante un tiempo, sobre todo, el bolsillo.
La preservación y sostenibilidad de nuestro patrimonio natural cinegético y la caza, dependen, en gran medida, de la componente interna del cazador, que debe reflexionar sobre la parte a cumplir como cazador para que este inmenso universo, que es la Caza, no sea un caos y funcione correctamente. La sufrida frase “sino la cojo yo la coge otro” es una falta de respeto a los cazadores, a nuestras especies, y a la Caza, porque al final, compramos la carne en el supermercado. El pretender matar más en menos tiempo, y ser el campeón de los campeones, sin cumplir las normas del juego en un ambiente de carencias, dice poco a favor del autor y ensucia al colectivo. El Patrimonio Natural Cinegético es de todos, y somos responsables de su conservación por el eslabón que ocupamos dentro de la pirámide animal. El preservarlo y respetarlo, también es labor de todos. Por todo ello, con toda humildad, pido respeto en el campo.