La Editorial de TROFEO del mes de Diciembre habla de la mala imagen que del mundo de la caza tiene la Sociedad Española, de lo difícil que resultará que cambiemos esta situación y de la falta de una proyecto de comunicación común de todas las entidades que representan a los cazadores. Poco más puedo añadir al análisis que de la situación en que estamos inmersos ha hecho José Ignacio Ñudi, salvo hablar de nosotros mismos, los cazadores, que también somos parte de la solución que él pide.
El que suscribe, que tiene la suerte de trabajar todos los días en el campo, está acostumbrado al contacto con todas las personas y colectivos que viven de él o simplemente lo disfrutan, y como cazador que soy, trato también todos los días de quitar una piedra más de ese alto y grueso muro que nos separa cada vez más de la sociedad. Es una labor lenta, poco gratificante y de resultados inciertos, pero si no la hacemos nosotros ¿quién la va a hacer? al margen de campañas o proyectos de comunicación que puedan ser lanzados por las entidades de la caza, es la mejor aportación que los cazadores podemos hacer.
El paso del tiempo y la experiencia, han hecho que pueda responder cada vez con mayor soltura y confianza a las respuestas que me hacen los “no cazadores”, desde los más recalcitrantes anticaza a los indiferentes, y que éstos se marchen del campo rondándoles por la cabeza otra idea de la caza diferente a la que tienen. Estoy seguro de que algunos quedaron convencidos, y otros no, pero al menos estos últimos tendrán más reparos a la hora de criticar gratuitamente la caza que los que habían tenido hasta ahora, y eso ya es un logro, o al menos así lo creo yo. Hasta aquí, todo ha sido muy bonito.... Pero la realidad, mejor dicho, nuestra realidad, a veces nos juega malas pasadas.
Hace unos días, al empezar mi jornada laboral con un grupo de trabajadores sentí dentro de mis entrañas parte del odio que los anticaza nos demuestran día a día, cuando atravesando con los todo terreno una ruta de senderismo, de camino al monte que estábamos podando, puede ver la imagen de una perdigonada sobre una de las señales que allí estaban colocadas para orientar a los viandantes.
Mis compañeros de trabajo, acostumbrados a recibir alguna que otra parrafada sobre los cazadores, la conservación y lo de no recoger crías de corzo que parezcan abandonadas..., me miraron en silencio y yo solo puede decir “lo siento”. Ninguna palabra más fue capaz de salir de mi boca en ese momento, y una hora después, volviendo sobre mis pasos, tiré de cámara y saqué una foto a aquel atropello contra nuestra imagen que nosotros mismos habíamos cometidos. Cuando enfocaba la cámara, me pareció sentir aún las risas y el regocijo del que disparó y de los que le acompañaban asintiendo con su actitud, y durante toda la mañana de ese día no pude centrar mi cabeza en otra cosa. A los cazadores nos falta, además de los que dice José Ignacio Ñudi, que desarrollemos una Conciencia Colectiva que impida que situaciones como ésta se sucedan, porque si no lo hacemos, de poco servirán las campañas o proyectos de comunicación.
Antonio Mota – Coordinador de UNITEGA. Galicia 2009.