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08/10/2003
La Caza une a padres e hijos, y proporciona calidad de vida a los miembros de las familias que la comparten como afición.

La edad crítica de los jóvenes es entre los 12 y los 20 años. Es en este intervalo de edad cuando se produce más distanciamiento entre los hijos y sus progenitores, debido a las nuevas experiencias que desean vivir y tener. En el mundo actual, nuestra juventud tiene a su alcance infinidad de actividades y distracciones para pasar el tiempo. Los padres, preocupados por el bienestar de sus hijos, intentan que su camino sea el más recto y adecuado posible, aconsejando e inculcando comportamientos sociales y aptitudes sanas, acordes con sus experiencias y criterios, aunque siempre no se consigue.

La incomprensión entre padres e hijos adolescentes es una realidad social, y hoy en día más. Las distancias, con los medios de transporte que existen en la actualidad, ya no son un impedimento para dar satisfacción a los jóvenes. El consumismo desmesurado, las nuevas tecnologías y la disponibilidad de recursos económicos, ofrecen a la juventud la posibilidad de desarrollar y tener a su alcance, todo aquello que sus padres jamás hubieran soñado. Los medios tan avanzados de comunicación, la disponibilidad de vehículo de transporte al alcance de la mano hace que las distancias siendo las mismas se acorten. El acceso fácil a las bebidas y otras drogas, y el cambio de su reloj interno -el día por la noche-, produce poco a poco un distanciamiento e incomprensión entre padres e hijos, que en los casos más extremos llegan a dramas familiares.

Los padres y madres que vivimos en una sociedad capitalista y de consumo, consideramos que la calidad de vida está en ofrecer a nuestros hijos todo cuanto desean. Esto nos lleva a trabajar el mayor número de horas posibles para ganar más dinero, con el fin de satisfacer las necesidades personales y sociales que nos demanda nuestra propia condición humana y familiar. Consecuencia de ello, es dedicarle menos tiempo y conversación a nuestros hijos, y a nuestro entorno familiar.

El envejecimiento de la edad media de los cazadores es palpable y notoria. Todos los que practicamos la actividad cinegética, comprobamos que día tras día hay menos jóvenes que la practican. Los factores ya comentados, y otros como son, la educación que se transmite en las escuelas, la poca y mala información que se recibe de los medios de comunicación no especializados y más populares, y la disminución de las especies cinegéticas no precisamente por la práctica de la caza, entre otros, no favorece para nada el que los más jóvenes se inicien en la actividad cinegética.

Los cazadores intentan acercar a sus hijos hacia la caza, la mayoría de las veces sin grandes éxitos. Algunas madres no ven con buenos ojos que sus hijos la practiquen. Pero si analizamos lo que conlleva su practica, nos daremos cuenta de que el hijo tiene ilusión (¿cuándo nos vamos a cazar?), habla con su padre (¿que hay que preparar, donde iremos, a que cazaremos, a que hora nos levantaremos?), asume responsabilidades y comparte tiempo, trabajo, y experiencia. Tendrá que acostarse pronto para madrugar al día siguiente, y no cambiará el día por la noche. Estará en compañía de su padre todo el tiempo. Escuchará a su progenitor contar y relatar cacerías y experiencias. Dialogará con él más tiempo que cualquier otro joven de su edad. Almorzará con su padre un sábado o domingo a las diez de la mañana. Y llegará a casa cansado, se acostará pronto y al día siguiente, hablará con su padre de todo aquello que se hizo o no se hizo, o lo que se hará el próximo día.¿Esto no es importante para unir a los hijos con sus padres, y a los padres con sus hijos?

Soy de la opinión que la práctica de la caza, que está dentro de la condición animal del hombre y forma parte de él, practicada de forma legal y respetuosa, al igual que otras actividades que se desarrollan y se realizan en el entorno natural, unen a padres e hijos y proporcionan calidad de vida a los miembros de las familias que las comparten.

Todo lo expuesto, debería llevarnos a reflexionar a todos, educadores, políticos, medios de comunicación, etc., y a toda la opinión pública en general, si los mensajes e información que perciben, y los valores sociales, éticos, y morales que se les inculca consciente o inconscientemente a nuestros hijos y jóvenes hoy en día, son los más sanos, saludables y deseados, y proporcionan a las familias la calidad de vida que se merecen.

Victor Rafael Mascarell Mascarell.
Valencia 2003.
Presidente de ADECACOVA, y de la Sociedad Local de Caza de Villalonga.