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20/04/2004
El jabalí, problemático incluso después de muerto.

DBO-VRMM

El jabalí, especie que años atrás era escasa en muchas zonas de nuestra Comunidad, actualmente está presente en la totalidad de nuestro territorio. La mayor parte de los acotados de la Comunidad Valenciana son de caza menor, aunque se suele autorizar la caza del jabalí en los meses de Junio a Septiembre por daños a la agricultura. Los daños provocados por el insaciable jabalí son cuantiosos, afectando las siembras cinegéticas, los comederos y bebederos, así como a los cultivos de regadío realizando surcos propios de la maquinaria agrícola.

Cuando ocurre lo anteriormente expuesto, los agricultores se dirigen a los cazadores indicándoles el daño que ésta especie ha producido en sus tierras, a lo que éstos les contestan - Solicitaremos a la Consellería autorización para cazarlos. Dado que dicha especie está catalogada como especie cinegética de caza mayor y se pretende cazarla con la veda cerrada, esta autorización tiene carácter “especial”, con lo que su tramitación puede alargarse durante semanas, tiempo en el que los jabalís ya han terminado su trabajo.

Los titulares de los acotados de caza menor cumplimentan y firman la solicitud comprometiéndose a cumplir las condiciones generales y particulares para dichos controles, y la remiten al servicio de Caza y Pesca de la Dirección Territorial, que tras la comprobación y informe favorable del Agente Forestal, la supervisión del Técnico de la Conselleria, y la firma del Director Territorial se autoriza la caza del jabalí por daños a la agricultura con la veda cerrada y mediante la modalidad de la espera.

Pero la caza del jabalí no es tarea fácil. Los cebaderos facilitan el trabajo, ya que si se pretende abatir el jabalí en zonas de querencia o en zonas de paso la cosa se complica, siendo fallidos la mayoría de los intentos. De todos modos, los cebaderos (dependiendo del cazador) tampoco son un éxito asegurado. Si su caza es en otra modalidad autorizada como ganchos, batidas, o monterías la dificultad es otra, ya que la rapidez, conocimiento del terreno, fuerza, olfato y astucia de estos animales dificulta mucho su captura.

Sea como sea, el problema viene una vez abatido el jabalí, por lo menos en nuestra Comunidad Autónoma, algo que no sucede en otras por su tradición más arraigada y su mejor preparación en esta materia que la nuestra.

Después de largas esperas para poder abatir un jabalí, nos encontramos con mucha satisfacción y orgullo delante de un precioso animal tendido ante nosotros, un enorme y extraordinario ejemplar de jabalí. Nos inunda la emoción de haberle ganado la partida, pero después de esos instantes levantamos la cabeza y miramos a derecha e izquierda, y lo único que vemos es monte y maleza hasta donde alcanza nuestra vista. Son animales con pesos en torno a los 80 kg., que suelen abatirse en zonas de difícil acceso. Siempre está la posibilidad de pedir ayuda a algún amigo, pero hay que tener en cuenta que si se trata de una espera nocturna, puede que sea un poco tarde. Pero aquí no terminan los problemas.

Cuando ya lo tenemos en el vehículo, se pude trasladar fácilmente a cualquier lugar. Efectivamente ¿pero dónde?. Hay que destriparlo y trocearlo. Llevarlo a una carnicería donde se venda carne para el consumo humano no es aconsejable, ya los carniceros no se arriesgan, por tratarse de una animal sin control sanitario. Llevarlo a casa o al piso y colgarlo allí sin tener un amigo carnicero que se brinde a descuartizarlo aún es peor. Al final y después de dar muchos tumbos y vueltas se encuentra un lugar para despacharlo (y que en la mayoría de ocasiones no posee las medidas higiénicas adecuadas) y algún amigo con alguna noción de carnicero dispuesto a ayudar. Una vez descuartizado hay que guardar las muestras para su análisis, pero todo el mundo se pregunta llegado a este punto ¿que muestras tenemos que llevar para su análisis?, otro riesgo añadido.

Parece que ya está todo solucionado, pero no es así. Una vez limpio y descuartizado, ¿dónde se deja la carne y que hacemos con los despojos de un animal tan grande?¿quién posee una cámara tan grande para meter toda ésta cantidad de carne dentro? Al final se reparte entre los presentes, ya que hay mucha carne para almacenar en un solo congelador familiar, y los despojos se suelen enterrar, en el mejor de los casos, haciendo un buen hoyo en suelo.

Después de todo el trabajo queda algo muy importante, ver si dicha carne es apta para el consumo, y tiene las garantías sanitarias adecuadas. Para ello se llevan las muestras a un veterinario. Una vez analizadas las muestras, de palabra y costándonos los cuartos, nos informa si es o no es apto para su consumo.

Si es apto esperará hasta el día de su guiso con algunos amigos y conocidos, y si no lo es continúan los problemas ¿qué hacer ahora con la carne?

Todo lo relatado debería estar normalizado y respaldado por la Administración, además de facilitar todos los pasos que se dan, pero la realidad es otra. Vemos que la ayuda y la colaboración de los cazadores con los agricultores es más complicada, costosa, y sacrificada de lo que a primera vista parecía ser, aunque los que no son cazadores consideren lo contrario, y si no, que se pongan ellos en el nuestro lugar y verán que no es todo oro lo que reluce.